El último día en Guatemala lo paso entre aviones y aeropuertos. Llegamos al aeropuerto con más de cuatro horas de antelación a la salida del vuelo, por lo que hay que esperar un rato a que abra el mostrador de Iberia. Facturo el equipaje sin problemas de sobrepeso: mi báscula portátil casi ha clavado el peso exacto del equipaje (unos 22 kilos, al límite de lo permitido). En el mostrador me informan de que haremos una escala técnica en San Salvador (yo pensaba que el vuelo era directo).
El trayec
to hasta El Salvador dura 30 minutos, pero allí tenemos que desembarcar con todo el equipaje y esperar algo más de una hora para subir de nuevo al avión. Como a la ida, ir sentado en la salida de emergencia se agradece mucho, aunque en esta ocasión el asiento está situado justo al lado del aseo (con el consiguiente trasiego de gente) y al lado del cubículo de las azafatas (con lo cual hay luz encendida todo el tiempo). Charlo con una de las azafatas, muy amable, que vive en San Fernando e intercambiamos "experiencias y deseos viajeros", leo un rato y también duermo unas horas, aunque poco.
El vuelo aterriza muy puntual, con quince minutos de adelanto, a las 13,15. Paso el control de pasaportes, recojo el equipaje y paso la aduana y, al salir, me está esperando mi amigo Luis Alberto para llevarme a casa. Me doy una ducha y me afeito, y sobre las cuatro me marcho al despacho a trabajar unas horas.
Toca ya volver a la rutina y pensar en la siguiente escapada....
No hay comentarios:
Publicar un comentario